Fracasado. Así me siento. Lo de ayer, por ejemplo. Oí aquello en las noticias y me faltó tiempo para saltar al teclado y sacar esa tormenta que me venía rondando y convertirla en una entrada de blog… Una que no he parado de releer y reescribir: puliendo, precisando, intentando encontrar el camino para tanto. Horas y horas: hasta hace escasos minutos, en realidad. Y si lo dejo, es por agotamiento. Me rindo. En su lugar… El plan que tenía para ayer era escribir un cuento. Veréis, tengo una especie de pacto con Dios: si Él me envía una idea, yo escribo el cuento. Algo simple. Y ayer le fallé. Y me fallé a mí mismo. Y a cualquier pretensión de seguir con la cabeza por encima de la línea del agua que va subiendo, tratando de ahogarme... Había un concurso de relato breve cuyo plazo de presentación acababa ayer. Me hacía tilín: no tanto por el jugoso y tentador premio, no. A esas cosas se presentan cie...