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Mostrando entradas de marzo 1, 2025

Mientras me debato, unas cuantas anécdotas de otra época.

  Hoy está resultando ser un día especialmente difícil.   Apenas puedo sujetarme mientras voy de la cama al sillón y de vuelta a la cama.   Hacer el desayuno y luego fregar se ha convertido en un desafío, ya no os cuento lo mismo con la comida y la cena.   Hubiera querido bajar los plásticos al contenedor, pero no me ha parecido sensato tal y como me encontraba.   Lo peor es que tras dos horas largas escribiendo esta mañana (sentado ante el teclado), había conseguido que mis entrañas se quedaran en su sitio…   Y me ha dado por limpiar algo soplándolo, sin pensar, y todo se ha ido al traste.   Maldita sea mi estampa.   Puedes ser el tío más cuidadoso del mundo, pero da igual; porque al más mínimo descuido, adiós. Lo de después de cenar ha sido peor.   Todo lo que se descoloca y escapa, acto seguido avanza y presiona y trae angustia.  A veces, el vacío que deja dentro trae consigo un desplome del interior y hablo de algo físico, de mi cu...

ABOCETA.

  Era un sábado por la tarde de finales de marzo.  La charla con el guionista que iba (ja, qué risa) de progre y peligroso y el dibujante de su serie estrella –un tipo amable con la diversión brillándole en la mirada- había terminado.  En aquel salón de actos, apenas cinco minutos antes con la gente aún sentada pero ya aplaudiendo a rabiar al oír que se iba a dar paso a la (casi obligatoria) sesión de firmas, una alegre algarabía festiva llenaba ahora el aire.  Ya sabéis, no tanto como para no poder entenderse, pero…  Y un aluvión de fans del cómic llenábamos el pasillo central haciendo cola para que sí, nos firmaran la portada de tal o cual tebeo.  A mí me tocó  de los primeros.  Me echaron un par de garabatos bastante airosos con rotuladores de tinta de color metalizado (dorado, si recuerdo bien), les di las gracias y una sonrisa radiante y me quité de en medio para dar paso a quien sea que tuviese detrás en la fila. Y alguien vino a tirarme de ...