Mientras me debato, unas cuantas anécdotas de otra época.
Hoy está resultando ser un día especialmente difícil. Apenas puedo sujetarme mientras voy de la cama al sillón y de vuelta a la cama. Hacer el desayuno y luego fregar se ha convertido en un desafío, ya no os cuento lo mismo con la comida y la cena. Hubiera querido bajar los plásticos al contenedor, pero no me ha parecido sensato tal y como me encontraba. Lo peor es que tras dos horas largas escribiendo esta mañana (sentado ante el teclado), había conseguido que mis entrañas se quedaran en su sitio… Y me ha dado por limpiar algo soplándolo, sin pensar, y todo se ha ido al traste. Maldita sea mi estampa. Puedes ser el tío más cuidadoso del mundo, pero da igual; porque al más mínimo descuido, adiós. Lo de después de cenar ha sido peor. Todo lo que se descoloca y escapa, acto seguido avanza y presiona y trae angustia. A veces, el vacío que deja dentro trae consigo un desplome del interior y hablo de algo físico, de mi cu...