De improviso, la pérdida y las memorias

 



Estaba terminando de comer.  Iba a calzarme un yogur (de coco, riquísimo) cuando al mirar hacia la tele y el dichoso informativo de rigor, se me ha caído el alma a los pies.  Visto el fondo detrás de la presentadora de las malas noticias (¿no suelen serlo?), sabía a la perfección lo que nos iba a contar:

-Ha muerto Val Kilmer.

“No, no, no…” se me ha escapado antes de que hablara ella.

Pero sí.

A estas alturas de la entrada, hoy día toca avisar que es muy probable que te encuentres en este escrito con un montón de SPOILERS apuntados sin mala intención.  Tratar con el mundo entero es lo que tiene: mezclados con el resto de la gente corriente, siempre hay un montón de personas picajosísimas a las que es im-pres-cin-di-ble tener en cuenta; seres vivos que no te dejan hablar de las películas que más te gustan, incluso si son de hace cien años...  "¡No me cuentes nada!  ¡No quiero saber, no quiero oír, no me digas nada!  Cómo, ¿que se despeina en el minuto 10?  ¡Me has arruinado la película...!"

¿Por qué?  ¿Acaso saber algo -un poco, una mera anécdota- no les pondría los dientes largos y les haría descubrir (¡para su absoluto deleite!) historias maravillosas?  En fin...

Hale, ya lo sabéis.  SPOILERS, dicho queda por segunda vez: por si acaso y YA ESTÁ.  Dejad de leer esto, gente superexigente, y dejadnos en paz de una vez.

Decía que ha muerto Val Kilmer, por lo visto.  Y mi cabeza se ha llenado de escenas de todas aquellas películas que vi en su día.  

Puede que nada del otro mundo para la gente de hoy; pero para mí, la diversión, la emoción, el sentido.  Quizá la vida.  Sí; al menos, en aquellos tiempos.

Me acuerdo de troncharme de risa con "Top Secret".  Hoy quizá sería imposible hacer una película así.  ¿Habéis visto lo que llena las carteleras de las multisalas hoy día?  Dramas.  Dolores.  “Basado en una historia real”.  Sufrimiento, horror, la vida seca y agonizando a punto de extinguirse.  Argh.  Doble argh.

Y se extrañan de que el cine no atraiga multitudes (salvo por el ocasional blockbuster de diseño o la comedia pequeña y marciana, rara de narices, que a veces –sí, sí, muy raras veces- simplemente ocurre).

También me reí a gusto con “Escuela de genios”.  Hoy en día no soy capaz de verla: cosas de la edad, supongo.  Pero recuerdo de hace décadas cómo era su escena final y la canción que la acompañaba, “Everybody wants to rule the world”.  Únicamente la he visto una vez, esa vez.  Entonces.  Y ahí se me quedó, grabada en la memoria para siempre...

Vi “Willow”.  El MadMartigan de Kilmer (de Lucas & Co, pero bueno) era el equivalente a Han Solo en aquel mundo de espada y brujería para familias sin saber qué hacer en una tarde de jueves.  O de miércoles, más barato.  Da igual.

Por cierto, puestos a soltar referencias, una para completistas: mientras escribo esto tengo los cascos puestos y en el CD de mi portátil corre una recopilación de Jon & Vangelis (“Chronicles”).  El láser que acaricia la superficie del disco me da una canción buena tras otra.  

Tras aquello de Elora Dannan y el castillo de la bruja, Val y su coprotagonista (Joanne Whalley, no Warwick Davis) hicieron un “noir” de reglamento.  Lo acabo de buscar…

La peli, por lo visto (no recordaba el título: soy viejo, dejadme en paz) se llamaba “La muerte golpea dos veces”.  Y –no os lo vais a creer- yo recordaba el apellido de ella como “Valley”.  Da igual, mi menda probablemente procede de otra realidad distinta, un mundo paralelo (y más interesante).  Sí, como un rebaño de cabras.  Ni caso.

No, no vi “Top Gun”.  Ni “The Doors”, ya puestos.  Os chincháis.  

Pero vi “Maverick”...  Las dos: la de Mel Gibson, Jodie Foster, James Garner y Richard Donner y veintimuchos años después la otra, la segunda parte de lo de la escuela de vuelo para pilotos "sobraos".  Luego retomo la idea.

Además, claro, vi otras cosas.  Como "Thunderheart" (“Corazóntrueno”: al que le pique que lo escriba así, que se tome una tila caliente con una cucharadita de miel).  Una peli tramposa, pero con gracia; quizá con alma y oficio.  A mí me lo parece. 

Vi ese Batman Tercero.  Mira tú, me daba igual.  Y yo soy muy fan de los cómics americanos y de los superhéroes…  Pero hay pelis de ver y dejar en el baúl del olvido.  Sobre todo, lo que no te cala.  Siguiente.

"Tombstone", interesantísimo como Doc Hollyday: tuberculoso, tahúr y tirador de excepción (vive l'alliteration!).  

"Heat", que no me importa lo más mínimo.  

"El Santo", que me resulta mucho más interesante: más divertida y con Elizabeth Shue, casi "na" (del momento de la verdad de "Karate Kid" a infiltrarse en la saga de "Regreso al Futuro" y...)   

Ahí el malo de turno soltaba un discurso ante una multitud enardecida...  Lo oí repetido -bueno, sólo el arranque- muchos años después; nada menos que en la sala de profesores del cole y dicho por el nuevo compañero de educación física, uno muy joven.  Fue volverme, decir el título de la película y a él le brillaron los ojos.  BAM, exacto.

Confieso que le perdí la pista al bueno de Val a partir de aquello; pero me lo volví a encontrar en dos pelis tremendas, cada cual a su manera.  “Deja Vù”, creo que se escribe así: un thriller de ciencia ficción sencillamente fabuloso dirigido por Tony Scott, el hermano del Ridley de los Scott Free (no, no tú, Mr. Miracle).  Si no la habéis visto, ya tardáis.  La ponen de cuando en cuando en la tele y no pienso chistar ni media palabra más.  Bueno, sólo para poneros la carnaza: tenéis además a Denzel Washington, a Halle Berry, a Jim Caviezel (el malo chiflado malísimo) y a Adam Goldberg.  ¿Qué quién es Adam Goldberg?  Lo habéis visto en pelis y series (hasta en “Friends”) haciendo de secundario a poco que tengáis la edad suficiente; y siempre hace de un tío difícil y siempre cumple.  Un pedazo de historia, “Deja Vú”: no sé cómo sería el guión, pero el montaje y lo que muestra es de quedarse atento y sin parpadear hasta el final.  Por toda la leche desnatada y sus bricks de tapón imperdible, ¡COMPRÁOSLA EN DVD O BLURAY!  Y no, yo no me llevaré ni un céntimo.  Sólo soy un cinéfilo, uno harto y amargado por la mezquindad del mundo (y quizá con los días contados).  

Lo sé, lo sé: ¡menudo genio gasto hoy!  Tenéis razón.  No parezco yo.  Suelo ser amable, dulce, tolerante, comprensivo, ¿no es cierto?  Qué queréis, hoy no estoy por la labor: me habéis pillado en un mal día.  Todos tenemos uno; preguntadle, si no, a Chiquito de la Calzada: “Una mala tarde…”

La otra peli es “Kiss Kiss Bang Bang”, una salvajada de Shane Black; por tanto, llena de locura, humor irreverente, escenas impensables y burradas de tomo y lomo.  ¿Que quién es Shane Black…?  Por Dios.  Acaba conmigo, Arnold; tírame de la azotea, Riggs. 

Si os guardáis el disfraz de PollyAnna en el armario y os sentáis a verla con un bolsa grande de palomitas, os lo pasaréis de miedo con ella.  Un festival de surrealismo soportado en un guión feroz, un montaje SLIM (uséase, ajustado como él solo) y el ping-pong de diálogos entre Robert Downey Jr. y nuestro Val.   Y ese perro y ese pulgar…

(Intentaron repetir la jugada años después con Ryan Gosling y Russell Crowe, pero salió distinto.  No digo peor, ojo: distinto, se acabó.)

...Y no quiero fastidiarlo más: beso beso, tiro tiro.  ¿Estáis tomando nota…?

Pasaron los años.  Caducó de largo esa lata de sardinas que guardabais sin saberlo escondida en el fondo de la balda de abajo de la cuba de vuestra nevera (sí, cuatro veces “de”; preguntadle a los fantasmas de Cervantes o de Lope, os dirán que es correcto).  Pasó la pandemia.

Y estrenaron "Top Gun: Maverick".

Fui al cine (aún con mascarilla) y me encantó ver a Tom Cruise dándonos las gracias -en la presentación previa, un detalle- por habernos molestado en acercarnos a la sala a disfrutar de la película…

(Yo ya no me atrevo.  Nada que ver con Tom y todo con mis retinas y los sacos de humor vítreo de mis ojos; pero eso es mi problema…  He perdido uno de los amores de mi vida, es lo que hay.  Adiós, sala a oscuras con la pantalla llena de sueños.  No sabes, nunca sabrás, cuánto significabas para mí).

Y sí, ahí estaba Val Kilmer.

Y al verle, sentí que se me rompía el corazón.

Por lo general, si el cine consigue eso es que alguien ha hecho muy bien su trabajo.  Pero en este caso… 

Algo me dijo que aquello era real.  Que lo veía por última vez.  Una despedida.

Adiós, señor Kilmer.  Gracias por todo.

Perdimos, no sé si ayer o anteayer, a Richard Chamberlain.  Yo no lo seguí (como media España, lectoras del “Pronto” incluídas) en “Shogun” ni en “El Pájaro Espino”.  No.

Yo lo fui a ver al hoy día desaparecido cine “Argensola”, aquí en Zaragoza.  Recuerdo el cartel de la película fuera, en la entrada; en el porche tras las columnas que aún dibujan la recta del paseo Independencia.  El póster de “Las minas del Rey Salomón”, versión Cannon Films…

Un cartel estupendo, todo hay que decirlo.  Y la peli…

Rompí a reír a carcajadas cuando Quatermain (el personaje de Chamberlain) cae bajo el tren y, en vez de arrastrarse tras el último vagón…  Se alza y patina con las suelas de sus botas sobre los raíles, calientes de la fricción.  Menuda juerga: me reí y me reí, una barbaridad.  Porque ya me había dado cuenta (pese a ser sólo un jovencito tontorrón con granos) de que aquello era una peli de aventuras de conveniencia, hecha y estrenada deprisa y corriendo a rebufo del éxito de “En busca del arca perdida”…  Pero la desvergüenza, bien sacada, tiene ese efecto.  Una epifanía y mucha más risa, un buen rato…

Presentaban a Sharon Stone en aquella peli.  Mira tú: en aquel mismo cine, quizá año y pico antes (¡o no, mucho menos!) había visto “La ira de Khan” en la primera sesión de una tarde de San Silvestre.  Ahí presentaban a Kirstie Alley.  Otra grande, a su manera: tenía tan claros el drama y la farsa…

Y perdimos hace unas semanas a Gene Hackman.  Los presentadores de las noticias -una vez más- mencionaban “French Connection”: no sabría opinar, nunca llegué a verla.  Ni siquiera en los cineforums de los ochenta, donde pude llenarme los ojos y la imaginación con “Blade Runner”, “Casablanca” y un puñado de trabajos de Woody Allen (“Bananas”, “Broadway Danny Rose”, “Hannah y sus hermanas”…)

No.  Para mí, Hackman era Lex Luthor.  Era el entrenador de los “Hoosiers”.  Era el odioso cacique de “Rápida y mortal” (otra vez con Sharon Stone y un primerizo Russell Crowe, de cuya presencia y actuación tomé nota al instante…)

¿Dónde estaba?  Ah, sí.  Hackman era el capitán severo de “Marea Roja” (otra vez –estoy casi seguro y no lo voy a mirar- Tony Scott y Denzel Washington).  Era el patriarca poco fiable de “Los Tenenbaums”.  Y, oh,  era…

Era el entrenador de aquel equipo de fútbol americano compuesto de esquiroles en “The Replacements” (“Equipo a la fuerza" creo que la llamaron aquí, en la piel de toro).

Estoy hablando de una peli que quizá no pasará a los anales del cine, tan injustamente llenos de tostones de “Óscar” (sí, yo lo pongo con tilde, ¿qué pasa?).  Una peli, voy a dejarlo claro, con ciertos problemas de desarrollo de personajes (pobre Jon Favreau)…  Y alguna cosilla más. 

Pero también tenía un montón de aciertos y alma de perdedor a punto de redimirse, peques.  A eso no me resisto.  Y el papel de Hackman…

Está esa escena con Keanu Reeves.  Hablan de los nervios de antes del partido del día siguiente.  No puedo citarla palabra por palabra; pero Hackman cuenta que hay gente que se comporta como los patos.  Por encima de la superficie del agua se ven tranquilos, elegantes, seguros.  Pero por debajo…  Esas patitas van a toda pastilla.  Y cuando Keanu le pregunta “¿…Y usted?”, la respuesta del personaje de Hackman es de categoría: “Sólo soy un pato más en el estanque”.

Y le devuelve el balón.

Wow.

O al final.  Cuando todo parece perdido (gracias, Blake Snyder) y Keanu, derrotado y en su barca miserable, ve por la tele cómo la reportera de turno se acerca al entrenador (ése que borda Gene Hackman) y le pregunta, nada más acabar el primer tiempo, qué necesita su vapuleado equipo para remontar y ganar el partido decisivo…

…Hackman, sin mirarla ni detenerse y con la voz ahogada, se golpea el pecho con el periódico que lleva enrollado en la mano y dice: “Corazón”. 

Y a Keanu, a quien había dicho antes en confidencia que por ese mismo motivo lo prefería como jugador (en lugar del arrogante titular del puesto), se le inflama el alma y corre hacia el estadio, esperando llegar a tiempo…

Si eres humano, te pasa como a él.

Ay.  ¿Veis?  SPOILER doble.

Gracias, Gene.

Ah, una más: el cameo del monje ciego, tan amistoso, tan…  Peligroso, de  “Young Frankenstein”.  Un logro de esos locos maravillosos, Brooks y Wilder.  Y de Hackman, que puso lo que puso en aquella escena.  Además de querer preparar café…

Lo siento.  Cuando uno habla de lo que le gusta, de lo que le apasiona, se puede hacer largo. 

Id en paz, lectores; id en paz, actores y actrices. 

Y el cielo os guarde a todos.


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