¡Sí, es el Día del Libro!

Les dio por morirse el mismo día... O eso tengo entendido. Morirse, sí. En un día de abril de 1616. A Cervantes y a Shakespeare, dos de las luminarias oficiales (y, siquiera por una vez, con motivo) de la cultura occidental. La excusa perfecta para montar el Día del Libro… No, montar no: “celebrar”, se pondrá a la defensiva más de uno. Vale, vale. Paciencia. Estoy, casi seguro, de vuestra parte. Seguid un poco más conmigo. La excusa, iba diciendo. Para nombrarlo en las noticias de la tele, las que sacan a las tres de la tarde (o parecido) y se repiten a las nueve (o similar). Como si hiciese falta justificarlo con efemérides, ¿verdad? Siempre me ha gustado el Día del Libro. Bueno; desde que era un crío, puestos a hilar más fino. (Con los años me voy haciendo consciente de la trampa de los términos absolutos como “siempre” o “nunca”, tan resbaladizos y maniqueos ellos. Procuro evitarlos, pero nanay: me s...